En proceso de desvanecimiento

José Gil Blanco
4 min readNov 30, 2020

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Ya son 11 las jornadas que la SD Huesca acumula sin ganar. Concretamente, hablamos de todo el transcurso de liga que lleva la temporada 2020/2021. Unos números que empiezan a relucir acompañados de dudas, cambios de identidad y un equipo que, colista ahora mismo, es incapaz de dar con la tecla para puntuar de tres en tres.

Jules Koundé y Rafa Mir en una pugna por el balón. | Foto: SD Huesca

La SD Huesca se ha convertido en experta a la hora de encadenar empates y derrotas. No tanto en aferrarse a la victoria. El cuento de nunca acabar que, le pese a quien le pese y aunque se diga lo contrario, es inevitable que haga mella dentro de un equipo repleto de inseguridades y dudas como lo es el altoaragonés. Un hecho que semana tras semana se presenta como irreversible ante los constantes altibajos que dejan los encuentros.

Por desgracia, es lógico que el vaso se encuentre medio vacío para el aficionado, pues nadie ha dado últimamente los motivos suficientes para creer en un cambio radical. Un mar de dudas por el que se navega desde palabras vacías y escasamente demostradas en el verde. Y así, como era de esperar, los resultados caen por su propio peso.

De poco han servido aquellas pinceladas ante el Villarreal, el Atlético de Madrid, el Valencia o el Elche. De nada han valido ciertas decisiones técnicas que, con el paso de las jornadas, solo han confirmado que se sigue sin dar con la tecla casi al término del primer tercio de la liga. Y como entenderán, así es extremadamente difícil ser un equipo candidato a la permanencia. No va de merecer, sino de ganar. Y no se gana.

LaLiga Santander no permite el lujo de ser complaciente con absolutamente nadie. O escrito de otra forma: los aplausos y el cariño rival hacia la SD Huesca solo muestran la facilidad con la que se consigue puntuar ante ella. Muchos seguimos creyendo que eso ya se aprendió hace dos campañas, pero, una vez más, lo que se ve en el campo es todo lo contrario. Hablamos de recuerdos imborrables que inevitablemente se esbozan en la mente de todos.

Por supuesto, era lógico que un equipo tan competitivo como el Sevilla acabase venciendo en El Alcoraz, pero es en dicha competitividad donde quedan patentes las carencias que sufren los azulgranas hoy en día. Y es que, quizás, en Segunda División podía ser suficiente con una plantilla lo suficientemente amplia, pero ahora queda claro que 45 minutos no bastan para sellar una victoria. Por el contrario, para el rival, sí son suficientes para destapar las vergüenzas técnicas y tácticas oscenses.

Así, ya no sorprende ver que la radiografía perfecta de este equipo es que gran parte de los competidores terminan siempre por hacerle daño en las situaciones más previsibles, en aquellas que a priori se trabaja cada semana para mejorar: contundencia en las áreas, balón parado, transiciones… Elementos del juego en los que todavía no se ha logrado crecer a partir de los numerosos errores ya cometidos.

No solo Míchel se ha equivocado. También gran parte de los fichajes, a quienes todavía no se les ha visto en la mejor de las condiciones, han provocado una sensación de desconfianza ante el ínfimo salto de calidad que le han otorgado a la plantilla. Sin ellos, la salvación se va a convertir en una quimera al término de 2020, y la poca preparación que han tenido algunos ya no puede servir de motivo para no exigirles lo que corresponde.

No obstante, no se entiende cómo hay futbolistas que, pese a su bajo rendimiento, sigan partiendo de inicio. Tampoco que desaparezcan quienes daban mayor solidez y ‘punch’ al equipo en las fases que ahora más debilitadas han quedado. Por ende, la identidad que tanto se ha defendido desde la 2019/2020 empieza a quedar en entredicho ante unos convulsos vaivenes que solo han conseguido que el rendimiento disminuya.

Por otro lado, más allá de formaciones, cambios de posición y sustituciones -también tratables ante su escasa influencia positiva-, no cabe duda de que el problema es más profundo. Un cúmulo de componentes que no han llevado a colocar los engranajes de la maquinaria de la forma más productiva posible. Y ante ello, por mucho que duela decirlo, la confianza tiene un límite.

¿La mejor solución? Quien debe ofrecerla y tomar tal decisión es quien confía profundamente en el trabajo del técnico madrileño. Expresar con total firmeza que un cambio en el banquillo es lo idóneo puede ser arriesgado, pero más lo es no ver que la SD Huesca se encuentra inmersa en una racha la cual casi ningún equipo sería capaz de sostener. Unos números que podrían sentenciar gran parte de las posibilidades azulgranas en caso de no vencer a rivales como Granada, Alavés, Athletic o Levante.

En definitiva, el trabajo realizado hasta ahora no ha sido en vano, pero a la vista está que sí insuficiente para despejar gran parte de las dudas que ha dejado el conjunto oscense desde su regreso a la élite. Sin victorias y de punto en punto no va a ser posible salir de la quema, mucho menos resucitar a un equipo que, como asegura Míchel, “está muy vivo”. Aceptando tal afirmación, queda mucho trabajo por delante si no se desea que el Huesca caiga en coma, pero por encima de todo, resultados inmediatos que mejoren la dinámica y la confianza.

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José Gil Blanco
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Written by José Gil Blanco

Periodista. Especializado en la SD Huesca y LaLiga Smartbank. A ratos en Radio Huesca, Rincón del Alcoraz, La Contienda Azulgrana y Cuatro Picas.

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